El fenómeno de la visión no ha sido siempre tratado de la misma forma a lo largo de la historia de la humanidad, a pesar de que la visión se cree igual a todos.
Platón situó a la percepción como algo engañoso de lo que no nos podemos fiar, y desde entonces:
“Nos encontramos todavía bajo la influencia de una tradición que ordenó jerárquicamente la estructura de las capacidades psíquicas y asignó a lo ‘sensorial’ (esto es, a la percepción) un rango inferior al de las funciones reflexivas de entendimiento y razón. Aún las versiones más modernas del ‘concep art’, cuando renuncian a las diferencias perceptivas sensoriales entre obras de arte y otro tipo de objetos, siguen esta costumbre; de este modo evitan que el arte se reduzca al ámbito de lo sensorialmente perceptible.”[1]
Para Aristóteles y Euclides había una radiación de rayos visuales del ojo al objeto, posteriormente y hasta bien avanzada la Edad Media, se cree que la radiación de los rayos es la que va desde el objeto al ojo en lugar de lo contrario (Demócrito).
La física moderna descubrirá el fenómeno de la discontinuidad de la energía y creen que se puede cuantificar como pequeños paquetes de energía (los cuantos).
Según Santos Zunzuñegui, se puede analizar la visión sobre la base de la interacción de superficies y a la absorción o remisión de luz y a la captación por el ojo de las diferentes longitudes de onda cuando se encuentran en su campo visual, a esto es a lo que llamamos proceso de visión. Para ello se considera el ojo como un canal de paso entre el mensaje remitido y la sensación resultante. Las partes básicas del ojo: córnea, cristalino, iris y pupila, forman parte física de los mecanismos de la visión y de formación de imágenes en la retina.
La visión se construye cuando el proceso que es activado por el objeto, se convierte en ella, es decir, el resultado del proceso de la visión es la visión misma. El paso de la imagen distorsionada y variable que es la retina a la captación del mundo, es lo que se conoce como proceso perceptivo: ver no es sino mirar y saber lo que está ahí y dónde.
La percepción en definitiva, se produce cuando los procesos neurofisiológicos se convierten en construcciones mentales, que no se deben confundir con un mero registro de la realidad, ya que interpretamos en base a nuestra formación sociocultural y a la particular forma de nuestros órganos de visión.
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