Su carácter
impulsivo y revoltoso y su salvaje alegría inicial se tornaron pronto en una
sombría visión, en una especia de cerrado fatalismo. Su individualismo se
convirtió cada vez más en misantropía. Su paleta fue convirtiéndose cada vez más
oscura y sombría. En sus cuadros comienzan a aparecer huracanes, horizontes
negros, árboles esqueléticos iluminados por luminosos escalofríos. Y en el
paisaje aparecen casuchas miserables y cosas pesimistas.
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