Los
surrealistas querían liberarse de la lógica y el racionalismo que mutilaban la
libertad, e inmovilizaban la imaginación. Al heredar esta concepción del Dadá,
Bretón encontró en las revelaciones de Sigmund Freud sobre el subconsciente,
una posible guía para la liberación de la imaginación.
Sin mucho respeto por
los procesos mentales elaborados por el modelo de Freud, explotó la idea de que
existe una vasta reserva virgen de la experiencia, sentimientos, pensamientos y
deseo, escondida en la vida cotidiana y consciente. Es decir que en los sueños
queda una huella reprimida y no interpretada que se corresponde con nuestro yo
más íntimo.
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