“Es la ilusión de las lágrimas, nada más que eso. La lluvia cae como pequeñas perlas sobre los hoyuelos de su cara. Los ojos marrones, oscuros y fijos, están clavados en el pavimento mojado. Las mechas de pelo negro estallan alrededor de su piel oscura, enmarcando sus pómulos altos y una nariz coqueta y respingona. Tiene los labios entreabiertos y fruncidos en una ligera mueca. Incluso ahora, es hermosa.
Descansa sobre su cadera izquierda, con la cabeza girada hacia el otro lado, la espalda arqueada y una pierna doblada encima de la otra. Su brazo derecho está encima de la cabeza, y el izquierdo está completamente recto. Los dedos, pequeños y delgados, se estiran como si quisieran alcanzar algo o a alguien, que ya no está allí, al otro lado del asfalto.
Tiene la parte superior del cuerpo parcialmente envuelta en una gabardina de vinilo rojo. Lleva pantalones amarillos estampados, pero están sucios y manchados. La parte delantera de su blusa y la chaqueta de nailon bajo su gabardina también están desgarradas, empapadas de sangre por donde la vida se deslizó de su cuerpo. Una única marca de ligaduras (la profunda mordedura de una cuerda o de un cordón) cruza toda la circunferéncia de su cuello y cierra el círculo en la base del cráneo. Encima de su brazo derecho hay una mochila de tela azul, aún erguida en la acera y repleta de libros, algunos papeles, una cámara de fotos barata y un juego de maquillaje y sombras de ojos de tonos rojos, azules y púrpuras. Colores exagerados e infantiles, que apuntan diversión, más que seducción.
Tiene once años.”(1)
David Simon, escribió Homicidio en 1991, novela que sirvió posteriormente de
base para la serie The Wire.
(1) Simon, David. Homicidio. Principal de los libros, Barcelona 2010, cit. p.79.
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