Gauguin
(1848-1903) es un artista típicamente clasificable dentro de una actitud
independiente, porque no representa ninguna pauta establecida dentro de las
convenciones sociales de su momento histórico.
Gauguin tiene una
tendencia por el simbolismo, pero ni comienza ni termina sus creaciones ahí.
Creó su propia
leyenda. Se evade de su propia cultura para encontrar las condiciones casi
mitológicas en las que aún pude florecer la poesía. De las dos posiciones ante
la burguesía, la del Dandy y la de la evasión, huída, (http://infiernoseguro.blogspot.com.es/2012/02/post-impresionismo.html) él elige las
dos: ambas opciones estarán presentes en él.
Detesta a la burguesía,
el positivismo, el pragmatismo a los que califica de falsos. Su alternativa es
la búsqueda de la autenticidad y la ingenuidad primitivas. Buscar una sociedad
en la que sea posible una relación directa con la realidad. Para conseguir esos
propósitos, buscará en el momento en el que vive, aquéllos sitios en los que
los ecos de la sociedad aún no han llegado.
Primeramente hace
un viaje a La Martinica que es una colonia francesa. En 1881 hace su primer
viaje a Taití y permanece allí entre 1895 a 1901. Luego se traslada a la
Bretaña francesa, en donde según él, se vive como se ha vivido siempre de forma
que no se ha adulterado por el progreso.
La actitud de
Gauguin no es la de salir del tedio saliendo de la sociedad, sino que con esta
actitud quiere encontrarse a sí mismo. Gauguin quiere llevar la sensación
visual al plano de la imaginación. Para él, lo mental va a ser tan real como lo
visual, por eso el Simbolismo llama su atención sobre los sueños y delirios.
Para Gauguin las
imágenes que la mente forma en presencia de las cosas no es distinta de las que
surgen de las profundidades de las cosas, ni estas son menos objetivas que las
otras. Hay que pintar de memoria.
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