lunes, 13 de enero de 2014

Manet(14)


 
En “El pífano” de 1866 tras un viaje a España, se le ven las influencias de Goya y de Velázquez.

Más o menos del mismo año que “El pífano”, 1866, es el “Retrato de Zola”. Zola es un escritor que relaciona mucho con los pintores de la época. En esta obra, como en casi todos lo retratos, el personaje a representar, es decir el encargo, va a condicionar la manera en que se pinta el cuadro. Zola, elige su sitio de trabajo para su retrato. A la izquierda, ocupando una pequeña parte del fondo, hay un biombo japonés, que es la moda en ese momento. Aparece una reproducción del cuadro de los borrachos de Velázquez. Zola está leyendo un libro sobre pintura con reproducciones en blanco y negro. El cuadro además de un correcto retrato es un manifiesto de los gustos que comparten el escritor y el pintor.

El hecho de no ser admitido en los Salones Oficiales, va a revitalizar a Manet, de manera que pictóricamente prescinde del claroscuro y del modelado de las figuras. Más tarde tomará contacto con los impresionistas, aceptando algunos aspectos. Solo se identifica en su protesta contra el academicismo.

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