Para
Kandinsky, la base del arte parte de la necesidad interior. El color es el medio
que ejerce una influencia directa en el alma. Para él: “El color es la teclal,
el ojo el martillete. El alma es el piano de muchas cuerdas. El artista es la
mano que al tocar, esta o aquella cuerda pone preordenadamente el alma en vibración.”
Sus teorías
están expuestas en los libros: “De lo espiritual en el Arte” y “Punto y línea
sobre el plano”.
Para Kandinsky el color consta de dos categorías: el calor y el frío.
Por lo que se genera una complicada simbología de colores. El dinamismo del
color, está ligado a la forma. Entre forma y color se establece una interacción.
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