En la práctica solamente Vlaminck y en parte Derain, fueron verdaderos fauves. Para ellos el cuadro no debía ser composición, decoración,
orden, sino expresión. Vlaminck extrae influencias de Gauguin y también de Van
Gogh. La pintura se convierte para ellos en un modo de desencadenar la
violencia de sus propias emociones. Los colores propios de la naturaleza son
cuestionados por la obra de estos autores que mediante su representación hacen
vibrar las composiciones.
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