Cézanne concibe
la pintura como una investigación casi científica, se le puede relacionar con
la actitud neoimpresionista, aunque no en los resultados. Cézanne es
autodidacta. Su autoformación es muy sistemática y racional. Se remite a los
maestros del pasado a los que va a copiar al Louvre (Tintoretto, Zurbarán,
Caravaggio, El Greco, Ribera, etc.). Pero también pintores de su siglo como
Delacroix, Daumier, Courbet.
En principio se
ocupa en copiar el trabajo de estos pintores. Trata de captar la estructura
profunda de estos autores como algo intelectual.
Va a tener
contacto con Pissarro, el cual será fundamental. Aprende de él el impresionismo
y en tiende que ha de ser el punto de partida para un nuevo clasicismo que sea
ajeno a la imitación académica de los antigüos, orientado a formar una nueva
imagen del mundo. Esta imagen hay que buscarla antes en la conciencia que en la
realidad objetiva. Se opera en Cézanne un tránsito, un escalón más de lo que es
la pintura con respecto a la realidad.
De ese modo, la
pintura deja de ser literatura en imágenes (como en el academicismo o el
simbolismo) y también una técnica de captar “a lo vivo” la sensación visual. Su
misión ha de ser la de constituirse
en un modo insustituible de investigación de las estructuras profundas del ser (ontológicamente).
No reproduce la sensación visual: la produce.
La aportación clave
de Cézanne reside en el hecho de llevar la percepción visual al nivel pleno de
la consciencia, con lo que se amplía el horizonte impresionista. Se podría
decir que aparece el impresionismo integral o conceptual.
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