En 1888 pinta “El
puente levadizo”. La pintura para él debe ser el sitio donde se concreta la
experiencia que el hombre tiene del mundo. Lo importante para él será la pura y
simple percepción de la realidad, digamos que le interesa “el aquí y el ahora”.
Van Gogh siente la realidad de forma distinta a los demás. La materia pictórica
adquiere con él una existencia autónoma, exasperada, casi insoportable.
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