jueves, 15 de diciembre de 2011

Marshall McLuhan: La galaxia Gutemberg.


No obstante, Platón, el escriba de Sócrates, según se estimaba en la Edad Media, en el
momento de escribir fue capaz de volver la mirada hacia el mundo analfabeto y decir 1:
Así fueron muchas, según se dice, las observaciones en ambos sentidos (de censura o de
elogio) que hizo Thamus a Theuth sobre cada una de las artes, y sería muy largo exponerlas.
Pero cuando llegó a los caracteres de la escritura: "Este conocimiento, ¡oh rey!—dijo Theuth—,
hará más sabios a los egipcios y vigorizará su memoria: es el elixir de la memoria y de la
sabiduría lo que en él se ha descubierto." Pero el rey respondió: "¡Oh ingeniosísimo Theuth!
Una cosa es ser capaz de engendrar un arte, y otra cosa es ser capaz de comprender qué daño o
provecho encierra para los que de él han de servirse, y así tú, que eres padre de los caracteres de
la escritura, por benevolencia hacia ellos les has atribuido facultades contrarias a las que poseen.
Esto, en efecto, producirá en el alma de los que lo aprendan el olvido, por el descuido de la
memoria, ya que, fiándose a la escritura, recordarán de un modo externo, valiéndose de
caracteres ajenos. No es, pues, el elixir de la memoria, sino el de la rememoración, lo que has
encontrado. Es la apariencia de la sabiduría, no su verdad, lo que procuras a tus alumnos;
porque, una vez que hayas hecho de ellos eruditos sin verdadera instrucción, parecerán jueces
entendidos en muchas cosas no entendiendo de nada en la mayoría de los casos, y su compañía
será difícil de soportar porque se habrán convertido en sabios en su propia opinión, en lugar de
sabios.
Ni en este ni en otros pasajes demuestra Platón haber tomado conciencia de cómo el alfabeto
fonético había alterado la sensibilidad de los griegos; ni nadie en su tiempo o más tarde lo ha
demostrado. Antes de su época, los creadores de mitos, en equilibrio sobre las fronteras del
antiguo mundo oral de la tribu con las nuevas tecnologías de la especialización y el
individualismo, lo habían visto con antelación y lo habían dicho todo con pocas palabras. El
mito de Cadmo asevera que este rey, introductor de la escritura fenicia, o alfabeto fonético, en
Grecia, había sembrado los dientes de un dragón y que de ellos nacieron hombres armados.
Este, como todos los mitos, es el sucinto relato de un complejo proceso social que se desarrolló
en el curso de varios siglos. Pero solo recientemente ha logrado Harold Innis, con su obra, calar
hasta el fondo en el mito de Cadmo (véanse, por ejemplo, The Bias of Communication y Empire
and Communications). El mito, como el aforismo y la máxima, es característico de la cultura
oral. Porque, hasta que el conocimiento del alfabeto priva al lenguaje de su multi-dimensional
resonancia, cada palabra es un mundo poético en sí misma, una "deidad momentánea" o
revelación, como lo fue para el hombre analfabeto. En su libro Language and Myth, Ernst
Cassirer se refiere a este aspecto del conocimiento humano "analfabeto", al pasar revista al
amplio campo de los estudios modernos sobre los orígenes y desarrollo del lenguaje. Hacia
finales del siglo XIX, gran número de los que estudiaban las sociedades analfabetas habían
comenzado a dudar acerca del carácter apriorístico de las categorías lógicas. Hoy, cuando es
bien conocido el papel que desempeña el conocimiento del alfabeto fonético en la creación de
técnicas para la enunciación de proposiciones ("lógica formal"), se supone todavía, incluso por
algunos antropólogos, que el espacio euclídeo y la percepción visual tridimensional es un dato
universal de la humanidad. La ausencia de tal espacio en el arte de los nativos se considera por
tales estudiosos como debida a falta de habilidad artística. Dice Cassirer, al referirse a la noción
de la palabra como mito (la etimología de mito indica su equivalencia semántica con palabra):
Según Usener, el nivel más bajo que puede alcanzarse en la búsqueda retrospectiva del
origen de los conceptos religiosos es el de los "dioses momentáneos", como él llama a esas
imágenes que surgen de la necesidad o del sentimiento específico en un momento crítico... y que
siempre muestran la marca de su prístina fugacidad y libertad. Pero parece ser que los nuevos
descubrimientos puestos a nuestra disposición por la etnología y la religión comparada en las
tres décadas transcurridas desde la publicación de la obra de Usener, nos permiten retroceder
todavía un paso más.

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